Dicen que hace miles de años,
cuando nuestra ciudad
estaba sembrada
por multitud de piornos, cantos y piedras
de todas formas y colores;grandes, pequeñas,
redondas,grises,rojas y jaspeadas.
En la colina,
alhaja bordeada por el río agua nieve.
Vívia un príncipe
llegado de cálidas tierras sureñas
donde el viento trasporta doradas palabras de amor.
Cada noche al salir la luna,
recordaba a su amada madre.
La añoranza y el frío estremecían sus curtidas carnes
y al calor de la hoguera,
soñaba en el día,
en que construiría en este lugar donde hoy gobernaba.
Una muralla,
para guardar los vientos de tan gratos recuerdos.
Con ocho grandes puertas abiertas a sus amigos.
Tendría las más altas almenas de occidente
y hasta ochenta y ocho cubos de vigía.
Abula,
la colina de los vientos,le llamaría,
como su madre.
Y cada piedra traida de todos los confines de su reino
por caravanas de mulos y camellos
serían testigos de este regalo eterno.
Y nosotros abulenses, hoy,
al soplar el viento,
aún percibimos el lamento de nuestro fundador
llamando a su madre.
Aaaaaaabuuuuulaaaaa Aaaaabuuulaa. Aabuuula.
PETRAVILA
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